Esta es la hora en la que decido apagar el computador, pero antes de retirarme identifico que hay un archivo extraño en mi escritorio. Lo abro y es un documento de word que no sé cómo apareció allí. Pertenece a una organización en la que laboro como voluntaria y en la que definitivamente he aprendido más sobre la vida y sobretodo la importancia de soñar, de visualizar y actuar. Se refiere a una lectura complementaria de una actividad que se realizó el año pasado y que insisto, no tiene nada que estar haciendo allí y ahora menos. Definitivamente no dejen de leerlo, y ahora sí me voy a soñar... ¿Uds también?
Sueña un poco, por favor. No tengas miedo de soñar: eso no es malo. Suelta de cuando en cuando tus amarras terrestres y déjate llevar.
La civilización se está enfrentando en los momentos actuales a un terrible peligro que puede destruir a la especie humana: nos hemos vuelto excesivamente racionales. Racionales hasta la irracionalidad.
Alguien nos dijo un día: hay que tener los pies sobre la tierra. Y nosotros hemos clavado no sólo nuestros pies al suelo. Nuestros sueños, también; y nuestros labios y nuestros ojos y nuestro ser.
Nos hemos acostumbrado a caminar con la cabeza gacha, viendo únicamente el suelo, la realidad inmediata que palpamos con los pies. El centavo que tenemos que hallar. La zancadilla que debemos evitar. El paso ajeno al que necesitamos adelantarnos. El suelo, en fin, el suelo nos tiene hipnotizados.
Y un día de tantos, amaneceremos cuadrúpedos.
Resultará que, para sostener tal actitud, nos parecerá más cómodo ayudarnos con las manos. Tendremos así mayor contacto con el suelo. Y nuestro cerebro volverá a encogerse. Y acaso ya no nos basten sólo los pies y las manos y apoyaremos además la barriga. (Es, precisamente, la barriga lo que nos hace más indispensable mantener el contacto con la “realidad”, los pies en la tierra). Y entonces, volveremos a ser reptiles. Nuestro cerebro seguirá reduciéndose y perderemos además nuestras extremidades.
Sueña un poco, por favor. Soñemos. Salvemos a la especie de este retorno fatal, de ese retroceso lastimoso. Recuerde que el hombre conquistó su estatura y su albedrío cuando se irguió para ver las estrellas. Recuerde que el sueño le hizo crecer el cerebro. Recuerde que la imaginación le dio las alas que le negó la naturaleza.
No creas esa propaganda interesada y mendaz que afirma que el soñador está condenado a la miseria, que el soñador no “es práctico”, que el soñador es un inútil.
El soñador es el único que ha hecho avanzar a la especie. El soñador es el que modifica la realidad. El soñador es el pionero. En la punta de la humanidad –como un fabuloso motor- están los soñadores.
Soñar es crear. Soñar es una actividad fecunda, altamente productiva. Es poner el cimiento de los días futuros. Es considerar a los semejantes como seres capaces de realizar las mayores aventuras de la imaginación.
Sueña, por favor, un poco cada día:
SOÑAR es estar VIVO.
José Manuel Arce